Si algo me han enseñado desde chiquita es a no ser egoísta. Cosa que aprendí muy bien, de no ser así no fueses disfrutado la mayor parte de mi tiempo. Tiempo que en ese momento no era desperdiciado, pero que ahora pienso que ha podido ser invertido en algo un poco más productivo. Ese tiempo que me tome para pensar las palabras apropiadas para escribir todas esas cartas, cartas que no fuiste capaz de responder, no quiero ni preguntar a donde fueron a parar.
Pero el tiempo que estoy dedicando a escribir esto, no es para reclamar, ni entrar en depresión, y también se que no lo estoy perdiendo. En esta ocasión mis letras no son más que para agradecerte, te agradezco por haberme enseñado que hay cosas que no se deben compartir, o por lo menos no con quien no las sabe valorar. Aprendí a sacarle 3 cosas buenas a una mala. La mala (…), las buenas 1. Desarrolle mi talento de escribir con coherencia. 2. Aprendí que mi tiempo vale y 3. Te conocí. A pesar de lo malo, ese momento fue bueno. Y como todos sabemos todo lo malo tiene algo bueno.
Ahora me despido con la seguridad de que algún día te tomaras un tiempito de tu vida y entraras a leer este espacio y comprenderás que es la carta que me falto por enviarte, y la que escribí con todo el cariño que te mereces. La carta de despedida.
